Un día como cualquier otro decidí salir a ver el mundo.
Un día como cualquier otro, decidí calzar mis zapatos tenis para ir a la vida, caminado por ese mundo hasta hoy desconocido...
En un día como cualquier otro, decidí triunfar, porque entendí o que hay dentro de mi.
Decidí no esperar a las oportunidades, sino yo mismo salí a buscarlas.
Decidí ver cada problema como la mejor oportunidad de encontrar la solución y el éxito.
Decidí ver cada desierto, como la oportunidad de encontrar un oasis para beber esa agua dulce y cristalina.
Decidí ver cada noche, como un misterio a resolver, así sienta miedo a la oscuridad y las tinieblas.
Decidí ver cada día, como una nueva oportunidad de ser feliz de entender que yo también tengo derecho a este mundo.
Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades y mis miedos que en ellas, fueron la mejor forma de superarlas.
Aquel día dejé de temer a perder y comencé a temer no ganar. El triunfo se gana con la razón , el tiempo y la preparación.
Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir, que el camino se alcanza con sensatez y dominio.
Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener es tener el derecho de llamar a alguien Amigo y darnos esa mano que nos une a través del amor.
Aprendí que de nada sirve ser luz, si no vas a iluminar el camino de los demás.
Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerlos realidad y no para dejarlos ahí sin ningún valor
Por eso, desde aquel día, ya no duermo para descansar.
Ahora duermo simplemente para soñar.
De la mano contigo por el mundo porque acá esta tu vida y la mía... recordando a cada instante que siempre habrá una vía y un camino que recorrer.
